La definición de construcción sostenible es muy simple, construir, pero causando un bajo impacto ambiental y garantizando una viabilidad económica. En este nuevo modelo de edificación, se consideran los impactos ambientales relacionados con todo el proceso de construcción, que engloba desde la fase de diseño y proyecto, a la fase de construcción, uso del edificio y hasta la posterior demolición y gestión de los residuos.
La construcción sostenible tiene por fin minimizar todos los impactos ambientales que se generan en todo el ciclo de vida de la construcción, abarcando factores tales como un uso eficiente de la energía y el agua, utilización de materiales de construcción y recursos naturales no perjudiciales para el medio ambiente, una adecuada gestión de los residuos, el uso de energías renovables, todo ello con el único objetivo de lograr que la edificación sea lo más sostenible o “verde” posible y por tanto con menor impacto ambiental.
Para llevar a cabo una construcción sostenible es muy importante la realización de un análisis de ciclo de vida, (desde el proyecto arquitectónico hasta fin de su vida útil), y el uso de herramientas clave para cuantificar el impacto como la huella de carbono.
El fin de la construcción sostenible es lograr edificios eficientes y respetuosos con el medio ambiente, pero al mismo tiempo garantizando la rentabilidad económica del proyecto.
La construcción sostenible implica un cambio radical en la mentalidad del sector. Hasta ahora las prácticas constructivas implantadas estaban guiadas por criterios puramente económicos y a corto plazo. Con la llegada de la economía circular y la sostenibilidad a nuestra cultura, propiciada por la urgencia de impactos ambientales como el cambio climático, la lluvia ácida, la deforestación que tanto daño están causando en nuestro planeta, se hace imprescindible un cambio de paradigma del negocio constructivo.
Los métodos de edificación que en antaño se utilizaban basados sólo en la rentabilidad económica tienen que adaptarse a las nuevas necesidades, pero como en todo cambio, surgen oportunidades para aquellas empresas constructoras que sepan leer los cambios, adelantarse y adaptarse con la urgencia requerida, lo que implica posicionarse y diferenciarse en un mercado que ha llegado para quedarse: el de la edificación sostenible.
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